La política española ha atravesado los últimos años
posiblemente el mayor bache en los casi 40 años de democracia que llevamos. La
gente de la calle ha ido paulatinamente perdiendo la confianza en “sus
representantes”, a medida que aumentaban (o al menos se iban haciendo públicos)
los casos de corrupción, y también su mala gestión ante la crisis que está
sufriendo Europa y en mayor grado España. Utilizo las comillas porque esa
función es la que en teoría debería tener un político, la de representar la
voluntad popular y atender sus necesidades, pero después en la práctica hemos
visto como en muchos casos no ha sido así. Tenemos multitud de ejemplos, sobre
todo en los dos partidos que han gobernado mayoritariamente en nuestro país (PP
y PSOE), de gente que únicamente ha actuado en beneficio particular, o al menos
lo ha priorizado sobre el servicio público. El resultado: un país quebrado
económica y socialmente, y con unos ciudadanos cada vez pasándolo peor que
señalan a los políticos como máximos responsables. El 15 de Mayo de 2011 se
llegó al punto álgido de toda esta frustración. El después llamado Movimiento
15-M (o movimiento de los indignados) fueron unas protestas pacíficas que
comenzaron ese día en la Puerta del Sol (Madrid), con las que la gente ponía de
manifiesto su malestar. Las causas que lo motivaron fueron tales como: crisis
económica, casos de corrupción, medidas de austeridad, nula democracia
representativa, desempleo, desahucios, fracaso del bipartidismo… etc. El
movimiento tuvo gran repercusión mediática, y se extendió a todos los rincones
del país con numerosas manifestaciones. La desconfianza que en ese momento
había en la clase política era tremenda. Frases como “todos son iguales” o
“sólo piensan en ellos mismos” estaban en bocas de todos. Y la verdad es que,
viendo la gente que se sentaba en el Congreso y su escasa capacidad por lo
general, el futuro parecía pintar muy negro.
Sin embargo, en los últimos meses hemos venido
asistiendo a la irrupción de lo que parece ser una nueva ola de políticos. Al
menos, hay indicios esperanzadores. Partidos jóvenes como Podemos o Ciudadanos,
y en menor medida UPyD o IU, están cada vez más arriba en las encuestas de
intención de voto, mientras el bipartidismo PP-PSOE se desmorona. Y este cambio
de tendencia viene en gran parte motivado por esos nuevos nombres de los que
hablamos. Gente joven, inteligente, preparada, que están sabiendo canalizar y
aglutinar el malestar social existente, con discursos realistas y directos que
huyen de los tópicos de los políticos tradicionales. Es gente que viene del
mundo académico o profesional, que han sabido alejarse de la tradicional
clasificación derechas-izquierdas o conservadores-progresistas para centrar el
debate en torno al sentido común y los problemas reales de la gente. Además,
estos nuevos políticos se han dado cuenta de la importancia que tienen hoy los medios
y las redes sociales, y están muy presentes en tertulias de televisión o Twitter. Hay
bastantes ejemplos, pero he querido centrarme en tres nombres. Tres jóvenes que
nos hacen pensar en que otra forma de política es posible, que hay luz al final
del túnel.
ALBERT RIVERA (Ciudadanos)
Albert Rivera Díaz (Barcelona, 1979) es el mayor de
los tres. Licenciado en Derecho por ESADE, y con un Posgrado en Derecho
Constitucional, es diputado en el Parlamento de Cataluña representando a
Ciudadanos, del que es presidente desde 2006, poco después de su fundación.
Hasta ahora el partido sólo se presentaba en Cataluña, pero debido al
crecimiento que están viviendo, ya han anunciado que lo harán en toda España en
los próximos comicios. Declarado como partido constitucionalista, progresista y
anti-nacionalista, esta última ideología les ha traído problemas en Cataluña, y
más a Rivera en particular. En sus primeros años recibió incluso amenazas de
muerte, que le hicieron cuestionarse su continuidad en la política. Al final
decidió seguir y hoy en día es uno de los políticos mejor valorados por la
ciudadanía. De fuerte carácter, destaca por el carisma que tiene y por su
discurso realista, valiente y directo.
ÍÑIGO ERREJÓN (Podemos)
Íñigo Errejón Galván (Madrid, 1983) es licenciado en
Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, donde también
obtuvo el Doctorado. Secretario de Política de Podemos desde el pasado 15 de
Noviembre, fue el jefe de campaña del nuevo partido para las elecciones al
Parlamento Europeo de Mayo, cuyo resultado fue un rotundo éxito. Trabajó como
investigador en Venezuela, y más recientemente en la Universidad de Málaga y en
la Complutense, donde sigue en la actualidad. De discurso complejo y elaborado,
a Errejón cuesta a veces incluso entender lo que dice, debido a su amplio
vocabulario y enorme inteligencia. Es una de las cabezas pensantes de Podemos,
ese partido nacido hace ahora un año y que está ya desafiando la correlación
de fuerzas en la política española.
ALBERTO GARZÓN (Izquierda Unida)
Alberto Garzón Espinosa (Logroño, 1985) es el más
joven. Estudió Economía en la Universidad de Málaga y más tarde cursó el máster
de Economía Internacional y Desarrollo en la Complutense. Afiliado en las
Juventudes Comunistas durante su juventud, es diputado por Izquierda Unida en
el Congreso desde las Elecciones Generales de 2011, pocos meses después del
15-M, donde Alberto fue uno de los portavoces y miembros más activos. También
es autor de varios libros y tesis económico-sociales. Es un joven de apariencia
muy calmada, pero eso no minimiza su mensaje reivindicativo, directo y moderno.
En un partido que parecía ir a la deriva, Garzón parece el idóneo para cambiar
ese rumbo, y con apenas 29 años ya ha recibido la confianza de dirigentes
históricos de su formación, como Julio Anguita. Actualmente es candidato a las
primarias de Izquierda Unida donde se elegirá al líder del partido, puesto para
el que es el gran favorito.