“Empresas como Google están haciendo mucho daño al
periodismo”
No espera uno siquiera que le
contesten a una petición de entrevista formulada mediante un simple comentario
en esa jungla que es Twitter. Pero,
como la esperanza es lo último que se pierde, se decide proceder con el bombardeo.
Antonio Lucas (Madrid, 1975) es uno de los dos que sí lo hacen, de un total de
doce intentos. Ya en el intercambio de e-mails para concretar la cita se intuye
de qué madera está hecho el personaje. Impresiona su buen trato y cercanía a
través de un canal tan frío, pero más aún la facilidad en concretar día y hora
esa misma semana, teniendo en cuenta su más que segura escasez de tiempo. Y es
que estamos ante un poeta y periodista… y de los buenos.
PREGUNTA: En el año 1996 entras en el periódico El Mundo, a los 20 años. ¿Cómo entraste
tan joven a un medio tan grande?
RESPUESTA: Fue pura casualidad.
Estaba estudiando tercero de periodismo y había ganado un premio de poesía en
ese mismo año. Me presenté a las prácticas, me cogieron y entré en la sección
de Motor… aunque en aquel entonces no tenía ni siquiera carnet de conducir.
P: Vaya…
¿de Motor? ¿mediante alguna vacante que había ahí?
R: Pues lo que quedaba. Llegué tarde al reparto de
plazas, me tuve que venir corriendo y sólo quedaba esa. Así que ahí caí, y lo
que iba a ser una cuestión de prácticas de unos meses se convirtieron en los 21
años que llevo en el periódico.
P: En el
2013 ganas el prestigioso Premio Internacional de Poesía de la FUNDACIÓN LOEWE.
¿Te sientes más periodista o poeta?
R: Las dos cosas, convivo muy bien con ambas.
Trato de que no se contagien demasiado, aunque se rozan un poco al final. Vivo las
dos con la misma pasión.
P: ¿Si
pudieras elegir lo mejor de cada una?
R: Diría que la poesía me ayuda a entender mi vida
y el periodismo a desarrollarla.
P: ¿Y lo
peor?
R: De la poesía sin duda esos periodos en los que
uno está algo mudo, sin encontrar el calambrazo necesario para escribir, con un
horizonte algo oscuro. Y del periodismo esos días de batalla y fatiga, más en
estos momentos tan convulsos por los que pasa la profesión… pero que a la vez
tienen su parte excitante.
P: Desde
fuera se aprecia esto que dices, sí. Debe ser una profesión que cada día te
depara algo nuevo, imprevisible. Con noticias que saltan o eventos que hay que
cubrir. No parece que los días sean muy monótonos.
R: Cuando el día es monótono es que algo está
fallando, algo se está llevando mal. No hay días así si tú no quieres que los
haya. La realidad está llena de circunstancias extraordinarias para poder
contar.
P: De entre
todos los géneros existentes en el periodismo (entrevista, reportaje, noticia,
opinión, debate,…etc) ¿cuál es el que más te gusta o te gustaría hacer?
R: Me encanta la entrevista. Es un género muy
vivo, que requiere una interacción con el otro, es un pulso interesantísimo.
Además una conversación no sólo te da claves de la otra persona, también del
tiempo en el que vives. Y por supuesto la columna: es muy elástica, y te
permite una escritura muy abierta, dejar el sello de uno mismo y exponer tus
ideas, impresiones, fracasos o entusiasmos. Siempre es un pulso singular.
P: ¿Cuáles
de ellos van a ganar protagonismo en los medios y cuáles van a ir a menos en el
futuro?
R: Todos los géneros le dan sostén al periodismo,
le dan eje. No se puede prescindir de ninguno. Quizás el que más pueda decaer
sea el mismo ejercicio de la noticia informativa, ya que las redes sociales
están ocupando ahora esa misión: dar información puntual y al instante de lo
que sucede en cualquier rincón del planeta. Aunque luego deberá ser analizada,
procesada o jerarquizada, con esa óptica y requisitos de rigor que el
periodismo maneja. Y será imprescindible añadirle el porqué, cuándo, dónde y
cómo. La noticia probablemente sea la que pierda espacio en los medios en favor
de su propio análisis y del resto de géneros.
P: Relacionado
con esto: ahora se habla mucho del futuro del periodismo, de su posible pérdida
de vigencia o peso, pero quizás en esta época sea más necesario que nunca un
análisis de calidad de esas noticias que ya saltan por todos lados en las redes
sociales. Sí se puede mirar el futuro con cierto optimismo desde este punto de
vista. ¿Lo ves también así?
R: Sí, también lo veo con cierto horizonte. El
análisis es principal, sobre todo en este mundo tan enmarañado y confuso. Hay
que darle luz a todo ese borbotón informativo que nos viene y el análisis, la
opinión o el reportaje generarán ese espacio de comprensión tan necesario.
Además, esa cosa tan grosera que es la actualidad tiene claves cambiantes:
nunca serán las mismas las de hoy que las de ayer.
P: Antes
hemos mencionado de pasada la redacción de El
Mundo donde trabajas. ¿Cómo es tu día a día en la redacción?
R: Pues llego por la mañana a la redacción (no
tengo horario de entrada… llego cuando llego) y compruebo lo que tengo a
medias, lo que tengo por hacer y lo que quiero hacer. Si tengo pendiente una
entrevista hago las llamadas y gestiones necesarias para que esa persona se
convenza. Normalmente trato que sea alguien singular, del cual me apetezca
saber su opinión sobre algún tema. O si debo prepararme para un reportaje, por
ejemplo: planificar el viaje, comprobar con qué personas me tengo que ver,
cuándo y dónde,…etc.
P: Mucha
planificación por lo que veo…
R: Bueno, planificar y escribir. Hay cosas que
surgen en el momento, que tienes que arrematar al instante. En ese sentido la
verdad es que tengo cierta agilidad, soy bastante eficaz escribiendo. Me cuesta
a veces conseguir la idea de arranque o motriz del artículo, pero luego soy
bastante rápido cuando la engancho.
P: Siguiendo con la redacción, ¿cuáles son los
Departamentos en los que se distribuye el personal?
R: Pues los de siempre: Nacional, Política,
Economía, Sociedad, Ciencias, Cultura, Comunicación, Madrid u Opinión (con sus
editoriales y columnas que forman la peana del periódico), por citar los
principales.
P: Supongo
que cada uno con su jerarquía y su responsable…
R: Sí, cada uno con su redactor jefe y con su gente
especializada. Por ejemplo, en el caso de Nacional hay periodistas que siguen al
PSOE, otros a Podemos, a PP o a Ciudadanos. Igual sucede en Cultura, con gente
centrada en cine, en arte, en literatura o en danza. Los espacios están en
cierto modo compartimentados, aunque luego puedes trasvasarte evidentemente de
uno a otro si te piden o solicitas algo. Pero sí, está más o menos parcelado
con una jerarquía bien planteada.
P: En la
actual Era Digital en la que nos encontramos, Antonio, ¿en qué medida las
nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación han condicionado la
generación de contenidos del periódico?
R: Lo ha condicionado de muchas maneras. Primero, trasladándonos
mucha más urgencia, para lo bueno y para lo malo. También modifica los ámbitos
de opinión: hay que ser más rápido, más audaz, tener más pantallas abiertas y saber
que ahora tenemos más gente mirando. Uno tiene, por tanto, la exigencia de
estar mucho más afilado en los criterios y en las ideas. Más aún en este mundo
en el que hay tantas personas escribiendo a la vez sobre un mismo tema. También
ha modificado algo vital en los periódicos como es la publicidad convencional, uno
de sus pulmones principales, que ahora está ya muy dañada por la irrupción de
su vertiente digital, mucho más barata y agresiva. Eso provoca que las empresas
de comunicación clásicas estén perdiendo mucho músculo económico. Y otro
aspecto importante: empresas como Google
y otros grandes agregadores de noticas están haciendo mucho daño al periodismo,
al generar su propia jerarquía de noticias en la web y darle más impacto a unas
que a otras. Generan una alteración en el poso natural de una empresa
informativa. Son muchísimos los aspectos. La revolución ya es imparable, era
necesaria, y ahora lo que nos toca es encontrar la fórmula de convivencia con
algo ya instalado en nuestras vidas. Algo tan nuevo como que un tío “desenfunde”
su smartphone de su bolsillo y se
entere al instante de lo que sucede en Shanghái, en Soria, en Nueva York o en
Nueva Delhi.
P: Cuestión
de adaptarse, ¿no?
R: Adaptarse y encontrar la fórmula. No es un
problema sólo de adaptación, sino también de tener cierto nervio creativo para
saber encontrar la fórmula económica y sociológica que haga frente a una
aventura nueva para todos. Una batalla que los medios clásicos de comunicación
estamos ahora mismo perdiendo.
P: Vamos ya con las dos últimas. ¿A escribir bien se
enseña mejor uno leyendo mucho o escribiendo mucho?
R: Principalmente leyendo mucho. Hay gente que
escribe mucho y es un auténtico desastre. Se le nota lo poco que ha leído o lo mal
que ha asimilado esas lecturas. Y otra en cambio que escribiendo poco es
finísima, se le aprecian lecturas previas bien asimiladas y transmite unas ideas
muy sólidas. Tampoco es un problema de volumen de lectura, sino de asimilación
de lo que estás leyendo, de saber encontrar de cada autor que lees aquello que
a ti te suma, que te da claves de tu propia escritura. En este oficio jamás se
puede escribir bien si no se sabe leer bien.
P: ¿Qué
consejo le darías a un recién graduado periodista?
R: Bueno… consejos no me suele gustar dar, pero sí
alguna sugerencia. Una es esto que comentaba: leer mucho, y hay que leer
periódicos. Hay estudiantes de Periodismo que parece que se les olvida… y van a
vivir de ello. Igual que uno ve la televisión o escucha la radio, hay que leer
periódicos y no sólo de Deportes o crónicas de conciertos, sino editoriales y
firmas de opinión, para a través de ellos entender porqué un medio es como es. Es
decir, saber descifrar el periodismo, que es un laberinto, una plaza pública
llena de gente en la que uno debe encontrar su portal. Es importante que el
muchacho que salga ahora de la Universidad sepa que esta profesión es un
organismo vivo con el que uno debe hacer casi de cirujano todos los días en
busca de la clave. Hay que tener capacidad comparativa, tener memoria (una
noticia que lees hoy quizás tenga sus antecedentes en algo que ocurrió tiempo
atrás). Y vivir, viajar todo lo que se pueda, pero no con la cabeza hecha una pañalera, sino con los ojos abiertos,
rozarte con la gente, no tener miedo a meterte en berenjenales. Saber que hay
hoteles de cinco estrellas alfombrados con historias maravillosas pero también
bares de última hora de la noche llenos de situaciones deliciosas.
P: ¿Y una
advertencia? Algo que digas “¡cuidado con esto!”
R: Lo primero, que se vaya de España, sobre todo
si se tiene veintipocos años. Es lo
mejor que le va a pasar en mucho tiempo. Y cuidado con algo no, todo lo
contrario, hay que tener ganas, ponerle mucho tesón. Pero paciencia la justa,
eso sí. No vale eso de “tú tranquilo, ya conseguirás esto o lo otro a los 30”. Si
lo puedo conseguir ahora a los 25… ¿por qué tengo que esperar a los 30? Tener
un estilo propio también es crucial. No quiere decir ser el más barroco de la
redacción, sino tener en tu escritura un condimento que sea sólo tuyo, que
alguien pueda leer algo un texto y por lo menos intuya rápido que eso lo has
firmado tú. Yo cuando tenía 21 o 22 años mi obsesión era encontrar la clave de
una escritura que fuese mía, gustase más o gustase menos. Aportar esas cosas
que crees que te distinguen o te dan cierta identidad, para después añadir
también cierta modulación: rectificando, sumando o restando. Y al final, ser
claro y valiente.
P: Y
valiente aún más en esta época en la que tantas cosas nos condicionan… ¿verdad?
R: Claro. Las redes sociales son un buen ejemplo. Aunque
te estén llamando por ahí que si rojo
o facha… tú con confianza para
adelante. Total, ¿qué más da?