"Las críticas no serán agradables, pero son necesarias". Winston Churchill.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Entrevista a Antonio Lucas (El Mundo)

“Empresas como Google están haciendo mucho daño al periodismo”


No espera uno siquiera que le contesten a una petición de entrevista formulada mediante un simple comentario en esa jungla que es Twitter. Pero, como la esperanza es lo último que se pierde, se decide proceder con el bombardeo. Antonio Lucas (Madrid, 1975) es uno de los dos que sí lo hacen, de un total de doce intentos. Ya en el intercambio de e-mails para concretar la cita se intuye de qué madera está hecho el personaje. Impresiona su buen trato y cercanía a través de un canal tan frío, pero más aún la facilidad en concretar día y hora esa misma semana, teniendo en cuenta su más que segura escasez de tiempo. Y es que estamos ante un poeta y periodista… y de los buenos.


PREGUNTA: En el año 1996 entras en el periódico El Mundo, a los 20 años. ¿Cómo entraste tan joven a un medio tan grande?

RESPUESTA: Fue pura casualidad. Estaba estudiando tercero de periodismo y había ganado un premio de poesía en ese mismo año. Me presenté a las prácticas, me cogieron y entré en la sección de Motor… aunque en aquel entonces no tenía ni siquiera carnet de conducir.

P: Vaya… ¿de Motor? ¿mediante alguna vacante que había ahí?

R: Pues lo que quedaba. Llegué tarde al reparto de plazas, me tuve que venir corriendo y sólo quedaba esa. Así que ahí caí, y lo que iba a ser una cuestión de prácticas de unos meses se convirtieron en los 21 años que llevo en el periódico.

P: En el 2013 ganas el prestigioso Premio Internacional de Poesía de la FUNDACIÓN LOEWE. ¿Te sientes más periodista o poeta?

R: Las dos cosas, convivo muy bien con ambas. Trato de que no se contagien demasiado, aunque se rozan un poco al final. Vivo las dos con la misma pasión.

P: ¿Si pudieras elegir lo mejor de cada una?

R: Diría que la poesía me ayuda a entender mi vida y el periodismo a desarrollarla.

P: ¿Y lo peor?

R: De la poesía sin duda esos periodos en los que uno está algo mudo, sin encontrar el calambrazo necesario para escribir, con un horizonte algo oscuro. Y del periodismo esos días de batalla y fatiga, más en estos momentos tan convulsos por los que pasa la profesión… pero que a la vez tienen su parte excitante.

P: Desde fuera se aprecia esto que dices, sí. Debe ser una profesión que cada día te depara algo nuevo, imprevisible. Con noticias que saltan o eventos que hay que cubrir. No parece que los días sean muy monótonos.

R: Cuando el día es monótono es que algo está fallando, algo se está llevando mal. No hay días así si tú no quieres que los haya. La realidad está llena de circunstancias extraordinarias para poder contar.

P: De entre todos los géneros existentes en el periodismo (entrevista, reportaje, noticia, opinión, debate,…etc) ¿cuál es el que más te gusta o te gustaría hacer?

R: Me encanta la entrevista. Es un género muy vivo, que requiere una interacción con el otro, es un pulso interesantísimo. Además una conversación no sólo te da claves de la otra persona, también del tiempo en el que vives. Y por supuesto la columna: es muy elástica, y te permite una escritura muy abierta, dejar el sello de uno mismo y exponer tus ideas, impresiones, fracasos o entusiasmos. Siempre es un pulso singular.

P: ¿Cuáles de ellos van a ganar protagonismo en los medios y cuáles van a ir a menos en el futuro?

R: Todos los géneros le dan sostén al periodismo, le dan eje. No se puede prescindir de ninguno. Quizás el que más pueda decaer sea el mismo ejercicio de la noticia informativa, ya que las redes sociales están ocupando ahora esa misión: dar información puntual y al instante de lo que sucede en cualquier rincón del planeta. Aunque luego deberá ser analizada, procesada o jerarquizada, con esa óptica y requisitos de rigor que el periodismo maneja. Y será imprescindible añadirle el porqué, cuándo, dónde y cómo. La noticia probablemente sea la que pierda espacio en los medios en favor de su propio análisis y del resto de géneros.

P: Relacionado con esto: ahora se habla mucho del futuro del periodismo, de su posible pérdida de vigencia o peso, pero quizás en esta época sea más necesario que nunca un análisis de calidad de esas noticias que ya saltan por todos lados en las redes sociales. Sí se puede mirar el futuro con cierto optimismo desde este punto de vista. ¿Lo ves también así?

R: Sí, también lo veo con cierto horizonte. El análisis es principal, sobre todo en este mundo tan enmarañado y confuso. Hay que darle luz a todo ese borbotón informativo que nos viene y el análisis, la opinión o el reportaje generarán ese espacio de comprensión tan necesario. Además, esa cosa tan grosera que es la actualidad tiene claves cambiantes: nunca serán las mismas las de hoy que las de ayer.

P: Antes hemos mencionado de pasada la redacción de El Mundo donde trabajas. ¿Cómo es tu día a día en la redacción?

R: Pues llego por la mañana a la redacción (no tengo horario de entrada… llego cuando llego) y compruebo lo que tengo a medias, lo que tengo por hacer y lo que quiero hacer. Si tengo pendiente una entrevista hago las llamadas y gestiones necesarias para que esa persona se convenza. Normalmente trato que sea alguien singular, del cual me apetezca saber su opinión sobre algún tema. O si debo prepararme para un reportaje, por ejemplo: planificar el viaje, comprobar con qué personas me tengo que ver, cuándo y dónde,…etc.

P: Mucha planificación por lo que veo…

R: Bueno, planificar y escribir. Hay cosas que surgen en el momento, que tienes que arrematar al instante. En ese sentido la verdad es que tengo cierta agilidad, soy bastante eficaz escribiendo. Me cuesta a veces conseguir la idea de arranque o motriz del artículo, pero luego soy bastante rápido cuando la engancho.

P: Siguiendo con la redacción, ¿cuáles son los Departamentos en los que se distribuye el personal?

R: Pues los de siempre: Nacional, Política, Economía, Sociedad, Ciencias, Cultura, Comunicación, Madrid u Opinión (con sus editoriales y columnas que forman la peana del periódico), por citar los principales.

P: Supongo que cada uno con su jerarquía y su responsable…

R: Sí, cada uno con su redactor jefe y con su gente especializada. Por ejemplo, en el caso de Nacional hay periodistas que siguen al PSOE, otros a Podemos, a PP o a Ciudadanos. Igual sucede en Cultura, con gente centrada en cine, en arte, en literatura o en danza. Los espacios están en cierto modo compartimentados, aunque luego puedes trasvasarte evidentemente de uno a otro si te piden o solicitas algo. Pero sí, está más o menos parcelado con una jerarquía bien planteada.

P: En la actual Era Digital en la que nos encontramos, Antonio, ¿en qué medida las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación han condicionado la generación de contenidos del periódico?

R: Lo ha condicionado de muchas maneras. Primero, trasladándonos mucha más urgencia, para lo bueno y para lo malo. También modifica los ámbitos de opinión: hay que ser más rápido, más audaz, tener más pantallas abiertas y saber que ahora tenemos más gente mirando. Uno tiene, por tanto, la exigencia de estar mucho más afilado en los criterios y en las ideas. Más aún en este mundo en el que hay tantas personas escribiendo a la vez sobre un mismo tema. También ha modificado algo vital en los periódicos como es la publicidad convencional, uno de sus pulmones principales, que ahora está ya muy dañada por la irrupción de su vertiente digital, mucho más barata y agresiva. Eso provoca que las empresas de comunicación clásicas estén perdiendo mucho músculo económico. Y otro aspecto importante: empresas como Google y otros grandes agregadores de noticas están haciendo mucho daño al periodismo, al generar su propia jerarquía de noticias en la web y darle más impacto a unas que a otras. Generan una alteración en el poso natural de una empresa informativa. Son muchísimos los aspectos. La revolución ya es imparable, era necesaria, y ahora lo que nos toca es encontrar la fórmula de convivencia con algo ya instalado en nuestras vidas. Algo tan nuevo como que un tío “desenfunde” su smartphone de su bolsillo y se entere al instante de lo que sucede en Shanghái, en Soria, en Nueva York o en Nueva Delhi.

P: Cuestión de adaptarse, ¿no?

R: Adaptarse y encontrar la fórmula. No es un problema sólo de adaptación, sino también de tener cierto nervio creativo para saber encontrar la fórmula económica y sociológica que haga frente a una aventura nueva para todos. Una batalla que los medios clásicos de comunicación estamos ahora mismo perdiendo.

P: Vamos ya con las dos últimas. ¿A escribir bien se enseña mejor uno leyendo mucho o escribiendo mucho?

R: Principalmente leyendo mucho. Hay gente que escribe mucho y es un auténtico desastre. Se le nota lo poco que ha leído o lo mal que ha asimilado esas lecturas. Y otra en cambio que escribiendo poco es finísima, se le aprecian lecturas previas bien asimiladas y transmite unas ideas muy sólidas. Tampoco es un problema de volumen de lectura, sino de asimilación de lo que estás leyendo, de saber encontrar de cada autor que lees aquello que a ti te suma, que te da claves de tu propia escritura. En este oficio jamás se puede escribir bien si no se sabe leer bien.

P: ¿Qué consejo le darías a un recién graduado periodista?

R: Bueno… consejos no me suele gustar dar, pero sí alguna sugerencia. Una es esto que comentaba: leer mucho, y hay que leer periódicos. Hay estudiantes de Periodismo que parece que se les olvida… y van a vivir de ello. Igual que uno ve la televisión o escucha la radio, hay que leer periódicos y no sólo de Deportes o crónicas de conciertos, sino editoriales y firmas de opinión, para a través de ellos entender porqué un medio es como es. Es decir, saber descifrar el periodismo, que es un laberinto, una plaza pública llena de gente en la que uno debe encontrar su portal. Es importante que el muchacho que salga ahora de la Universidad sepa que esta profesión es un organismo vivo con el que uno debe hacer casi de cirujano todos los días en busca de la clave. Hay que tener capacidad comparativa, tener memoria (una noticia que lees hoy quizás tenga sus antecedentes en algo que ocurrió tiempo atrás). Y vivir, viajar todo lo que se pueda, pero no con la cabeza hecha una pañalera, sino con los ojos abiertos, rozarte con la gente, no tener miedo a meterte en berenjenales. Saber que hay hoteles de cinco estrellas alfombrados con historias maravillosas pero también bares de última hora de la noche llenos de situaciones deliciosas.

P: ¿Y una advertencia? Algo que digas “¡cuidado con esto!”

R: Lo primero, que se vaya de España, sobre todo si se tiene veintipocos años. Es lo mejor que le va a pasar en mucho tiempo. Y cuidado con algo no, todo lo contrario, hay que tener ganas, ponerle mucho tesón. Pero paciencia la justa, eso sí. No vale eso de “tú tranquilo, ya conseguirás esto o lo otro a los 30”. Si lo puedo conseguir ahora a los 25… ¿por qué tengo que esperar a los 30? Tener un estilo propio también es crucial. No quiere decir ser el más barroco de la redacción, sino tener en tu escritura un condimento que sea sólo tuyo, que alguien pueda leer algo un texto y por lo menos intuya rápido que eso lo has firmado tú. Yo cuando tenía 21 o 22 años mi obsesión era encontrar la clave de una escritura que fuese mía, gustase más o gustase menos. Aportar esas cosas que crees que te distinguen o te dan cierta identidad, para después añadir también cierta modulación: rectificando, sumando o restando. Y al final, ser claro y valiente.

P: Y valiente aún más en esta época en la que tantas cosas nos condicionan… ¿verdad?

R: Claro. Las redes sociales son un buen ejemplo. Aunque te estén llamando por ahí que si rojo o facha… tú con confianza para adelante. Total, ¿qué más da?