Tras más de dos meses de negociaciones, ruedas de prensa, ofertas, contraofertas, reuniones, desplantes… tiras y aflojas en definitiva, se vislumbra ya el final de este interminable impasse que ha sufrido la política española. Con las sesiones de investidura a la vuelta de la esquina, los partidos parecen haberse quitado ya las caretas y se empiezan a intuir cuáles son sus verdaderas intenciones. Con el PP excluido de cualquier posible acuerdo, por sus 4 años de rodillo en el Gobierno y su sangrante corrupción, la partida la juegan Ciudadanos, PSOE y Podemos.
Los de Albert Rivera han sido la niña bonita, el partido de centro al que
los dos grandes han intentado seducir. Sus conservadoras políticas económicas nos
hacían suponer un acercamiento a los populares, el cual se intentó en un primer
momento, pero su rotunda negativa a votar en favor de Rajoy y los numerosos
casos de corrupción conocidos estas últimas semanas desvanecieron cualquier
posibilidad. Al final han terminado pactando con Pedro Sánchez, lo cual deja
bien claro su difusa ideología y su verdadero objetivo: que empiece a rodar
cuanto antes la legislatura.
Los socialistas no gustan a nadie, pero sus 90 escaños los hacen necesarios
para todos. Es más, por no gustar su líder no gusta ni en su propio partido.
Cuando todo parecía indicar que el pacto más factible, y quizás el único
posible, era con Podemos, giraron a derecha y eligieron a Ciudadanos ante las
tremendas exigencias de los morados.
Movimiento curioso… y muy arriesgado, por otra parte. Aunque parece sumamente difícil,
si al PP le da por abstenerse y permite que Sánchez y Rivera lleguen al
Gobierno, los de Pablo Iglesias quedarán como única alternativa progresista en
la oposición de cara al futuro, una posibilidad que entusiasma al emergente
partido y que no quieren ni imaginar en Ferraz.
Una formación emergente con la que nadie quiere nada. Podemos es el
demonio, insinúan poco más o menos los demás partidos. Sin embargo, puede que
sean los que mejor estén jugando sus cartas. Cogieron la iniciativa con su
propuesta de Gobierno de coalición hace unas semanas, con Iglesias de
Vicepresidente y exigiendo Ministerios claves. Una jugada maestra. Si el PSOE
aceptaba perfecto, gobernarían con mucho poder de decisión. Y si no, que es lo
que ha terminado sucediendo, perfecto también, pues quedarían ante la opinión
pública como el partido que “desea de verdad” el cambio progresista, de cara a
unas más que posibles nuevas elecciones.
Ciudadanos, PSOE y Podemos. El bueno, el feo y el malo. En el western de
Sergio Leone tres caza-recompensas buscaban un tesoro que ninguno de ellos podía
encontrar sin la ayuda de los otros dos. Se necesitaban… pese a sus continuas
desconfianzas. Rivera, Sánchez e Iglesias saben que el tesoro se encuentra en
la Moncloa, pero también que no se pueden fiar lo más mínimo de sus compañeros
de viaje.
Los ciudadanos ya expresamos nuestra voluntad a través del voto. Unas nuevas elecciones, además de costar un dineral al país, arrojarían resultados similares, más o menos. Cuando yo era niño jugaba a los cromos: cedía tres o cuatro de los buenos a cambio de otro que te interesara más. Saber ceder y pactar es un arte. Queda la pelota en el tejado de los políticos. Los ciudadanos ya tuvimos nuestra oportunidad para hacernos oír.
ResponderEliminarUn saludo.
Lo cierto es que como guión para una buena película la situación que padecemos no tiene desperdicio.
ResponderEliminarNo me fío un pelo de ninguno de los tres (ni del plasma tampoco).
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