"Las críticas no serán agradables, pero son necesarias". Winston Churchill.

martes, 17 de diciembre de 2019

De nazis, comunistas y tsunamis

No es fácil en estos tiempos ser rigurosos con la información. La globalización, internet y las redes sociales nos han abocado a un caos de datos, noticias y opiniones, y aquí no hay Dios que se aclare. Hoy tiene más repercusión una fake new de Donald Trump que un elaborado artículo de The New York Times. Cada vez cuesta más discernir lo verdadero de lo falso; debe uno analizar las fuentes, valorar el contexto de las frases y tener siempre en cuenta los intereses de unos u otros, pero hoy ya nadie tiene tiempo para eso. O ganas. Al final optamos por generalizar, equiparar conceptos tan compatibles como el agua y el aceite o, lo que es peor, asumir como verdad la opinión propia sobre un determinado tema. Es lo más fácil, pero es un atajo que en lugar de llevarnos rápidamente a la verdad nos encamina a la perdición.

Se pueden dar 9.801 casos diferentes si combinamos las cuatro cifras de los casilleros local y visitante en un marcador de una pista de baloncesto... suponiendo que un partido pudiera llegar sólo a 99 puntos como máximo. Algunos más por tanto si algún equipo pasara de 100, cosa nada extraña por otra parte. Las últimas horas se ha hecho viral esta foto de hace unos años del jugador ucraniano Roman Zozulya en una pista de baloncesto, señalando orgulloso un marcador con un llamativo 14-88. "Menuda paliza", pensarán sólo algunos, si no supieran que en la simbología de extrema derecha el 14 hace referencia a las catorce palabras pronunciadas por el escritor y supremacista blanco David Lane: "Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los niños blancos". Y el 88 es el número utilizado por los neonazis para ensalzar la figura de Adolf Hitler, por ser la "H" la octava letra del abecedario (Heil Hitler). Por tanto, hay 1 posibilidad entre 9.801 (un 0.01%) de que ese marcador sea casualidad y Zozulya no sea un admirador del nazismo.

Para colmo, el número 18 de su camiseta equivale a AH, primera y octava letra del abecedario e iniciales de "Adolf Hitler". Otras imágenes que circulan por Internet posando sonriente con paramilitares de extrema derecha ucranianos o rindiendo idolatría a colaboracionistas nazis también nos hacen sospechar que socialdemócrata, por ejemplo, Roman no es. El pasado Domingo 15 de Diciembre de 2019 pasará ya a la historia del fútbol español por ser la fecha del primer partido suspendido por cánticos de la grada hacia un jugador. Porque los ultras del Rayo gritaron "Zozulya puto nazi" a un admirador del nazismo.

Mientras escribo estas líneas "hay una banda negociando con comunistas, filoterroristas y proetarras con el objetivo de vender a España al mejor postor". Si aplicamos el criterio seguido con los ultras del Rayo Vallecano en el "caso Zozulya" a la gran mayoría de dirigentes de PP y Ciudadanos probablemente no les quedarían diputados suficientes para llenar sus asientos en el Congreso. Lean los diez puntos del preacuerdo alcanzado entre PSOE y Unidas Podemos para formar gobierno y díganme quién lo firmaría antes, si Felipe González o Iósif Stalin, si Zapatero o Josu Ternera. Pero eso poco importa, porque los que quieran pensar que esa afirmación es verdad la asumirán como si fuera verdad, aunque no hayan leído ninguno de los diez puntos.

Y mañana un Barça-Madrid. Cuando el foco debería estar en qué habrá pensado Zidane para frenar a Messi, si conseguirá por fin Valverde que su equipo sea constante en la presión arriba para recuperar rápido el balón o cuál de los dos nueves será más decisivo, viendo el gran estado de forma en que llegan Suárez y Benzema, de lo único que hablamos es de tsunamis, invasiones de campo o autobuses blindados.  Desde más de uno (y dos) medios de Madrid se teme por la integridad física de la expedición blanca en el trayecto desde el hotel al Camp Nou o ya durante el partido con una supuesta "invasión". Como si el encuentro se jugase en Buenos Aires y no en Barcelona. Como si el objetivo de los manifestantes independentistas fuese hacer daño a los jugadores del Madrid y no aprovechar el evento para reunirse muchos, hacerse ver y promocionar su causa ante todo el mundo. Sin entrar a valorar esa decisión, parece evidente cuál es el objetivo excepto para los que quieren entender lo contrario. O para los que son contrarios al mensaje de los manifestantes, quizás ese sea el problema.

Volviendo al principio, vivimos tiempos complejos. Nunca como hoy hemos tenido tanto acceso al conocimiento, y nunca como hoy parece que estemos más perdidos. Son tiempos en los que se suspende un partido porque le llaman nazi a un nazi, tiempos en los que cada fin de semana alguien grita "mono" a un negro y no pasa nada, tiempos en los que Guti ya no quiere que le llamemos Guti. Aquí no hay quien viva.

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