"Las críticas no serán agradables, pero son necesarias". Winston Churchill.

jueves, 26 de marzo de 2015

Obama: Yes, we try

La llegada al Despacho Oval de la Casa Blanca de Barack Obama en Enero de 2009 traía consigo grandes esperanzas de cambio para millones de personas en Estados Unidos, incluso en todo el mundo. La etapa de George W. Bush había estado marcada por un lenguaje beligerante en política exterior, una fuerte restricción de libertades y privacidad de los ciudadanos, y una tremenda crisis económico-financiera. En la potente Campaña Electoral de los demócratas, el candidato Obama representaba el cambio total que tanta gente deseaba, a todos los efectos. Su mensaje “yes, we can” traspasó fronteras, pero poco a poco la decepción fue aumentando viendo las políticas que iba aplicando. Sin embargo, las numerosas medidas progresistas tomadas los últimos meses y los buenos datos económicos nos hacen pensar que su legado puede no terminar siendo tan decepcionante.

La realidad es que su primera legislatura estuvo plagada de decepciones. En cuanto a política interior, una de sus grandes promesas era recuperar la transparencia perdida años atrás, con el fuerte espionaje que se ejercía a todos los niveles, desde altos cargos militares hasta ciudadanos. Pero luego, al entrar en el Gobierno, siguió con las mismas prácticas que ejerció Bush en temas de seguridad nacional: secretos de Estado sobre torturas, espionajes ilegales, asesinatos selectivos, persecución de ex-militares y ex-funcionarios que denunciaban ilegalidades (casos WikiLeaks y Snowden),…etc. En 2010, había 1,5 millones de personas con permisos de alta seguridad y 3.000 organizaciones de seguridad, todos actuando ajenos a la Ley. En esos años, 1.700 millones de e-mails y comunicaciones eran interceptados cada día. También prometió que si llegaba al poder asumiría durante el primer año una ambiciosa Ley Migratoria para regularizar a los 11 millones de indocumentados que hay en el país, pero nunca se llegó a aprobar. Es cierto que la promovió y la presentó en la Cámara de Representantes, pero la mayoría republicana la bloqueó. Otra de sus propuestas estrellas en Campaña era el cierre de Guantánamo, la vergonzosa cárcel de alta seguridad ubicada en Cuba. A los dos días se ser Presidente firmó la orden ejecutiva, pero otra vez los republicanos lo frenaron. Posteriormente dijo que “tenía pensado cerrarla” en un año como máximo, pero a día de hoy sigue abierta y, aunque se han ido reduciendo el número de presos (unos 150 en la actualidad), se les traslada a cárceles secretas en países aliados donde se sospecha que siguen las torturas. En el aspecto económico-financiero, Obama se enfrentaba a un difícil reto: cómo actuar con los grandes agentes financieros, cuyas malas prácticas habían conducido en gran medida al colapso de la economía mundial en 2008. Repitió una y otra vez que pagarían sus errores y que los contribuyentes no pondrían dinero para arreglar sus irresponsabilidades. Sin embargo, al poco de salir electo colocó a varios altos ejecutivos Wall Street en su Administración, y promovió un millonario rescate a las grandes entidades bancarias que incluía la compra de sus activos tóxicos. Además, por si fuera poco, recuperó a parte del equipo económico de Clinton, los cuales aceleraron la desregularización de la economía aumentando con ello la especulación.

La política exterior de Obama se preveía mucho más sensata que la de Bush. Se posicionaba contrario a la beligerancia y a favor de la diplomacia, pero el objetivo final de servir de “policía del mundo” difería muy poco. Por su falta de experiencia en política internacional, optó por rodearse de asesores duros y conservadores, manteniendo incluso al Secretario de Defensa de Bush, Robert Gates. Se siguieron considerando enemigos del Estado países como Venezuela, Irán, Corea de Norte, China o Rusia. A estos últimos se les quiso intimidar aumentando los sistemas de misiles es países aliados de su alrededor. Y a los chinos aún se les ve desde Washington como la gran amenaza para la hegemonía mundial en el futuro. Se aumentaron considerablemente las tropas y bases en países asiáticos para contenerlos. Además, EEUU siguió promoviendo guerras civiles en África con dos objetivos: evitar que el gigante asiático siga sumando aliados y apoderarse de las materias primas del continente. Una de las decisiones más polémicas fue empezar a usar drones para asesinatos selectivos extra-judiciales, en países como Afganistán, Irak, Pakistán, Yemen, Libia o Somalia. Organizaciones pro derechos humanos siguen denunciando numerosas bajas civiles en estos ataques. En 2011 EEUU acaparó el 78% de las ventas de armas en el mundo, y se gastaron 1,2 de sus 3 billones de dólares del presupuesto total en el ejército y servicios de seguridad. Aún hoy la Administración Obama mantiene cerca de 1.000 bases militares estadounidenses alrededor del planeta. Cuando llegó al poder, los norteamericanos estaban inmersos de lleno en dos guerras. A la de Afganistán Obama la llamó “guerra de necesidad” y decidió enviar 30.000 soldados más. Destinó 110.000 millones en programas militares y sólo 2.000 millones en desarrollo sostenible, en un país con una corrupción tremenda. En la actualidad siguen aún en el país casi 10.000 hombres, aunque aseguró recientemente que está previsto que vuelvan a finales de 2016. En cuanto a Irak, prometió en campaña que haría regresar a las tropas inmediatamente, que era una Guerra sin sentido. Después dijo en 16 meses, después en 30, y finalmente el regreso se produjo en 2011. Lo hicieron tras haber sufrido numerosas bajas y dejando atrás un país en situación caótica, casi en guerra civil. Incluso en la recepción de las tropas volvió a relacionar el 11-S con Irak, como hizo Bush en su día.

Viendo todo este historial, la palabra “decepción” sería quizás la más adecuada para definir a Obama en su primera legislatura y el “cambio” que se prometió parecía muy alejado de la realidad. Si bien es cierto que desde 2010 la Cámara de Representantes tiene mayoría republicana y esto ha impedido que prosperen muchas de sus propuestas, este hecho no puede servir de excusa en un país donde el Presidente dispone de tanto poder. A pesar de todo, en 2012 salió reelegido y en esta segunda legislatura sus políticas parecen indicar un cambio de rumbo hacia el progresismo que tanto proclamaba, sobre todo en los últimos meses. La mejora en la economía parecía no llegar, pero en 2013 los resultados ya empezaron a verse. El agresivo rescate bancario (tan criticado en su momento) y el plan de estímulo de 800.000 millones de dólares (inversiones y rebajas de impuestos) que la Reserva Federal aprobó en 2009, han acabado sirviendo de base para el actual crecimiento estadounidense. El desempleo se ha reducido a la mitad en estos dos últimos años (es de un 5,5% en la actualidad), un periodo en el que EEUU ha crecido al 2,8% de media. Y el dólar está más fuerte que nunca. Aunque cierto es que no se deben lanzar las campanas al vuelo. A pesar de los excelentes datos macro-económicos, las brechas entre los ciudadanos son cada vez más grandes, y sólo el 1% de la población ha visto aumentados sus ingresos en este periodo. La tan demandada reforma en el sistema sanitario también se está acometiendo. En 2011 se aprobó la “Ley de protección al paciente y cuidado de salud asequible”, también llamada ObamaCare, y cada vez más ciudadanos disponen de seguro médico a costos asequibles. Sin embargo, aún el 13% de la población se encuentra sin cobertura sanitaria. La que nunca se ha llegado a aprobar, a pesar de que sigue insistiendo, es su ambiciosa Ley Migratoria, pero en Noviembre pasado anunció acciones ejecutivas para evitar que unos 5 millones de indocumentados fuesen deportados, en su mayoría latinos.

También en política exterior parecen estar cambiando las cosas. Las tensiones con China se están rebajando últimamente, y la postura con Irán ha mejorado de forma notable. Incluso se lleva meses negociando con el país de Oriente Medio un acuerdo sobre el tema nuclear, el cual parece muy próximo, así como se está colaborando tanto con ellos como con Siria en la lucha contra los terroristas del Estado Islámico. En Diciembre se realizó un anuncio histórico, el restablecimiento y normalización de las relaciones diplomáticas con Cuba tras más de 50 años de aislamiento, y tanto Presidentes como distintos cargos de ambos países mantienen conversaciones regularmente. En cuanto a la relación con la Unión Europea, Obama ha sido crítico en diversas ocasiones con las políticas de austeridad que se aplican desde Bruselas, recordando los buenos datos de la economía norteamericana debido a medidas totalmente contrarias, de estímulo y reactivación. Incluso tuvo un guiño hacia el gobierno griego izquierdista de Syriza en sus disputas con la UE, diciendo que “no puedes seguir exprimiendo a países que se encuentran en medio de una depresión”. También destacables son las críticas hacia Israel en las últimas semanas, tras la victoria del ultraconservador Netanyahu en las elecciones hebreas. El entonces candidato había asegurado que haría todo lo posible por evitar un Estado Palestino, y desde Washington han recriminado sin matices esta actitud diciendo que la mejor solución para Oriente Próximo es la de dos Estados. Sorprende por novedosa esta posición ante un aliado histórico como es Israel. Aunque siguen colaborando en asuntos comerciales, militares y de espionaje, los americanos ya no ofrecen ese incondicional apoyo de antaño e incluso se están planteando dejar de blindarlos en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Habrá que esperar hasta finales de 2016, cuando Obama termine su segundo mandato y deje la Casa Blanca, para comprobar cuál es finalmente el legado que deja como Presidente. Lo que parece ya claro es que no será ni un éxito tan rotundo como se vislumbraba en 2008, ni tampoco un absoluto fracaso como parecía en 2012.

sábado, 7 de marzo de 2015

Cuando todo vale



Es “La Crida”, el acto que cada año inaugura de forma oficial las Fiestas de Valencia, Las Fallas, y que se suele celebrar el último fin de semana de Febrero. Este año tuvo lugar el pasado Domingo 22. La mujer del vídeo no es una turista castellana a la que le tocara por sorteo subirse al balcón y pronunciar unas palabras en valenciano. No. Es Rita Barberá Nolla, alcaldesa de Valencia desde el año 1991.

Para los que no habléis el valenciano, ya os confirmo yo lo lamentable e imperdonable del discurso. Se mire por donde se mire. La mandataria, en un intento de complacer a sus conciudadanos, decidió arrancarse en un idioma que nunca se ha interesado en dominar y el resultado fue así de vergonzoso. Lo más triste de todo, es que a los españoles apenas nos extrañan ridículos como este cuando de políticos e idiomas se trata. No intento generalizar, pero los problemas por ejemplo de muchos mandatarios importantes con el Inglés son ya bastante habituales. Zapatero decía que exigir su dominio para poder acceder a un alto cargo político era injusto y discriminatorio. Yo me pregunto, ¿por qué no dejamos el orgullo a un lado y aprendemos el idioma que se habla en el mundo? Y más aún si se trata de cargos como Presidente del Gobierno, con la importancia que tiene su imagen de cara al exterior. Otros como Aznar incluso optaban por darle un acento mejicano al asunto, a ver si así los periodistas norteamericanos le entendían. Qué pensarán de nosotros por ahí fuera…


Sin embargo, el caso particular de Barberá es más lamentable si cabe. La alcaldesa valenciana lleva 24 años en el cargo, casi un cuarto de siglo, y en todo este tiempo no ha logrado aprenderse el idioma tradicional de su Comunidad, co-oficial junto al castellano. Aparte de la falta de respeto evidente que supone hacia los valencianos y su Historia, nos permite intuir los verdaderos intereses de muchos de nuestros políticos: si la señora Rita Barberá gana cada cuatro años las elecciones sistemáticamente y está logrando perpetuarse en el cargo… ¿por qué debería interesarse por la cultura de su tierra? ¿Por qué? ¡Pero si no le hace falta! ¡Tiene su puñado de votos asegurados y listo! La verdad es que el término “representante del pueblo” debería estar prohibido cuando hablamos de políticos así. Cuando, al parecer, todo vale.