Este es un espacio para la reflexión, para el análisis, para la crítica. Repasaremos diferentes temas de actualidad. Y explicaremos porqué estamos de acuerdo... o porqué no.
"Las críticas no serán agradables, pero son necesarias". Winston Churchill.
En estos últimos meses estamos siendo testigos de un aumento significativo
del sentimiento nacionalista en Cataluña. Al igual que en otras zonas de España
como Galicia o Euskadi, los catalanes siempre se han sentido orgullosos de su particular
cultura, lengua y costumbres. Y es que, si lo miramos objetivamente, esas tres
regiones tienen particularidades que las diferencian del resto del país, de eso
no hay duda. Últimamente los sentimientos se están radicalizando debido a la
mala situación del país, y gran parte de los catalanes exigen ya la independencia.
Sin embargo, seria de ingenuos pensar que esta demanda se produce sólo por la crisis.
En mi opinión, este sentir nacionalista siempre ha existido, sólo que en el
panorama actual es más fácil que aparezca. Por tanto, es un problema de fondo y
ya va siendo hora de afrontarlo.
Desde el resto de España siempre hemos mantenido el foco en ellos. En los
catalanes. En lo que hacían o dejaban de hacer. Que si pitaban el himno español
o no, que si sacaban una Estelada o no, que si nos hablaban en catalán o no,… y
en muchos casos incluso se ha instalado la llamada “catalanofobia”. Yo,
sinceramente, creo que ese no es el camino. Porque nosotros, los que no vivimos
allí, también tenemos nuestra responsabilidad en el conflicto. Bajo mi punto de
vista, desde España no se ha sabido valorar en su justa medida a Cataluña, en
muchos ámbitos, y ahora nos alarmamos porque quieren irse. Debemos cambiar el
chip, desde el último ciudadano hasta el Presidente del Gobierno, porque si no
será ya demasiado tarde. Palabras como las de Rosa Diez, líder de UPyD, que
decía hace poco que el Gobierno debería suspender la autonomía de Cataluña, o
el tono amenazador que se usa habitualmente desde el Gobierno, no creo que
ayuden en absoluto. Los tiempos del franquismo ya pasaron. Ese lenguaje de
confrontación, de pintar a los catalanes como los malos de la película, se debe
cambiar por el diálogo y el entendimiento. Y es que realmente ni a unos ni a otros
les interesa separarse, lo pienso de verdad. Barcelona es ahora mismo la marca
turística más importante de España, y la conocen 700 millones de personas en todo
el mundo. Es una ciudad fantástica, y se lo ha ganado en todos estos años formando
parte de Cataluña, pero también de España. La independencia sólo contribuiría a
cerrarles puertas en el exterior, sobretodo en la Unión Europea, que ya se ha
posicionado a favor de la integridad de España, uno de sus miembros. Es tarea
de los políticos sentarse y hablar, seguro que hay muchos ámbitos donde se
pueden mejorar cosas, como temas fiscales, impositivos o cediendo más autonomía
a la Generalitat en temas concretos. Y por otro lado, como decía antes, debemos
hacerles ver de una vez que nos importan, y que respetamos sus
particularidades. ¿Por qué no se enseña catalán, euskera y gallego en las
escuelas de toda España? ¿por qué los medios de comunicación generalistas no tienen casi
espacios con esos idiomas y lo abarca todo el castellano? Hay mucho margen de
mejora y en muchos ámbitos. Está muy bien decir que Cataluña es parte de España
y bla, bla, bla… pero hay que predicar con el ejemplo. Me vienen a la mente un
par de detalles, que aunque pueden parecer ridículos simbolizarían lo que
quiero decir. No pasaría nada porque el Presidente del Gobierno, en sus discursos
internacionales, dijera un par de frases en los cuatro
idiomas hablados en nuestro país, y no sólo en uno, así como el Rey en sus
intervenciones. En definitiva, fomentar respeto y orgullo por todas las identidades
que nos conforman. Porque esa es una de las riquezas que tiene nuestro país, y hay
que cuidarlo.
El verano de 1992 representa muy bien a lo que me refiero. Cataluña y
España, codo con codo y sin fisuras, organizaron los mejores Juegos Olímpicos
de lo historia. Es el espíritu de Barcelona’92 el que hay que recuperar. Porque
España necesita a Cataluña y Cataluña a España. Porque a mí, al igual que a muchos
españoles, me gusta el Barça, Gaudí, Serrat o Guardiola, y me siento orgulloso
de ser compatriota de ellos. Y espero seguir siéndolo, porque estoy convencido de
que nos irá mejor juntos. Como ya nos ha ido hasta ahora. Y es que, al fin y al
cabo, todos nacimos a orillas del Mediterráneo…
Ayer, navegando por Internet, me encontré con esto:
Dejando de lado lo impresionante del gol, anotado el Domingo en el
campeonato brasileño, me gustaría centrarme en su autor. Uno de mis futbolistas
favoritos. Paulo Henrique Ganso es uno de esos jugadores que destila clase por
sus poros. Uno de esos cracks que con un par de controles ya hace que valga la
pena pagar la entrada. Debutó en el año 2008 con el Santos, y durante cuatro
temporadas mostró todo su potencial junto a su amigo Neymar, consiguiendo todos
los triunfos posibles en Brasil, incluida la Copa Libertadores 2011. Después se
marchó a uno de los grandes de su país, el Sao Paulo, donde sigue mostrando
cada fin de semana su calidad.
Sin embargo, algo falla. Viendo este video, ¿cómo puede ser que con 25 años
ya todavía no haya venido a Europa? ¿O que apenas haya jugado cinco partidos
con su selección y actualmente ni siquiera entre en las convocatorias de
Scolari? Es un caso más de jugador talentosos, con todas las condiciones del
mundo, pero que por irregularidad, por falta de ambición, por tener un carácter
complicado o vete tú a saber porqué no llegan a la élite. Hace un par de temporadas
el Milan estuvo muy interesado, pero el bueno de Ganso prefirió quedarse en su
país, en su entorno, en una liga más cómoda y con un gran sueldo. Es un ejemplo
más de que, desgraciadamente para los que amamos el buen fútbol, sólo con el
talento no basta.
Otro caso, mucho más cercano, el de Ever Banega. El sensacional mediocentro
argentino, que llegó a Valencia hace cinco temporadas con vitola de estrella,
se marcha al Newell’s Old Boys en busca de minutos. Y es que en todo este
tiempo (cesión incluida en el Atleti), tan sólo mostró su enorme talento a
rachas, sin tener nunca continuidad debido sobre todo a problemas
extradeportivos y a un carácter complicado. Ahora, su vuelta a su país es claramente
un paso atrás. Un compatriota suyo es posiblemente el ejemplo más claro de lo
que estamos hablando. El de Juan Román Riquelme. El bonaerense iba para
auténtico crack, incluso Maradona le proclamó como su sucesor en su día. Con
tales expectativas lo fichó el Barcelona, pero su falta de adaptación,
perjudicada además por la presencia de un entrenador tan estricto como Van
Gaal, provocó tan sólo un año después su marcha al Villareal. Allí, con un
equipo pequeño bajo su mando, Román se sintió importante y durante tres
Temporadas sí mostró todo su potencial, hasta que un enfrentamiento con
Pellegrini le apartó del equipo. Entonces, aún con 29 años, estaba a tiempo de
probar suerte en algún otro equipo europeo, de seguir en la élite, pero también
optó por lo más cómodo y regresó a casa. Ahora, con 35 años y tras pelearse
casi con todo el mundo en Boca Juniors, su retirada parece ya a la vuelta de la
esquina.
Dos fabulosos extremos, como Quaresma y Robinho, también tuvieron la
oportunidad de estar en Barça y Madrid, respectivamente. Los dos fracasaron por
diferentes motivos, y pese a otras aventuras europeas, sólo triunfaron en sus
países, en su entorno. Aún en activo siguen Adriano y Cassano, dos de los delanteros
más talentosos surgidos en la última década. A pesar de haber estado en grandes
equipos en Italia, sólo brillaron en momentos puntuales, y no llegaron ni mucho
menos a lo que apuntaban. Nunca tuvieron la ambición ni el compromiso
necesarios. Y es que, aún con 32 años, sus físicos ya parecen de ex-futbolistas.
Precisamente en el país transalpino hay puestas todavía muchas esperanzas en
Mario Balotelli. No hay duda alguna de su enorme potencial y de que sólo tiene
23 años, pero su infantil y complicadísimo carácter ya le ha jugado muchas
malas pasadas, y no augura un buen futuro. Al borde de la retirada se encuentra uno de mis
favoritos de siempre. Otro incomprendido, otro rebelde, otro que podría haber
sido y no fue. Un jugador capaz de, en su debut en el Inter, salir al campo
faltando pocos minutos con su equipo perdiendo 0-1 y con dos golazos darle la
victoria. Se esperaba mucho de "El Chino" Recoba, talento puro, pero los continuos
enfrentamientos con sus técnicos y su falta de ambición le condenaron. Aún así,
logró estar nada menos que diez años en un club tan complicado como el Inter,
donde la afición todavía le adora, pero no cabe duda que le sobraba clase para
haber marcado una época.
Y es que la
historia está llena de ejemplos. Si vamos retrocediendo en el tiempo nos encontramos
con multitud de casos más, algunos conocidos de nuestra liga. El de Djalminha
también es muy llamativo. Como tantos brasileños, iba sobrado de calidad y podía
hacer literalmente lo que quisiera con la pelota. Por ejemplo, su regate pasándose
el balón por encima que hizo ante el Real Madrid, la denominada “lambretta”, no
se olvidará nunca en A Coruña. Allí es un auténtico ídolo, pero su
irregularidad y falta de disciplina hicieron que nunca se le considerara un
jugador de élite. Otro compatriota suyo, Denilson, tampoco llegó nunca a lo que
se esperaba. Y es que había puestas muchas esperanzas en este habilidoso
extremo. Tantas que, tras deslumbrar en el Sao Paulo, el Betis pagó por él
5.500 millones en el verano de 1998. El fichaje más caro de la historia en ese
momento. Ni qué decir que nunca lo justificó, y es que no se le recuerdan dos
partidos buenos consecutivos. Otra zona del mundo donde siempre ha sobrado
talento es en los países del Este de Europa. De allí son Robert Prosinecki y
Gica Hagi, dos jugadores con carreras sorprendentemente similares. Los dos
surgieron a finales de los 80, y tras triunfar en sus respectivos clubes
(Estrella Roja y Steaua de Bucarest respectivamente), se presentaron ante el
mundo cuajando un gran Mundial de Italia’90. Su actuación llamó la atención del
Real Madrid, que los fichó, pero ni en la capital ni en Barcelona, donde
volvieron a coincidir años después, dejaron huella. Clase tenían para aburrir,
pero su carácter introvertido y difícil evitó cotas mayores. Un contemporáneo
de ambos es posiblemente el caso más extremo. La historia de Matthew Le Tissier
es asombrosa. El genial mediapunta inglés, que llegó a decir que nunca en su
vida había comido una ración de verduras o que su dieta se basaba en cerveza y
chocolate, jugó toda su carrera en el Southampton. Nada más y nada menos que
catorce temporadas estuvo en el pequeño club del Sur de Inglaterra, a pesar del
interés mostrado en varias ocasiones por Liverpool y Manchester United, los dos
grandes de la Premier. Pero su falta de ambición o el amor a unos colores,
depende cómo se mire, evitaron que lograse títulos y un mayor reconocimiento. Sin
embargo, en las islas británicas es considerado como uno de los jugadores más
talentosos de su historia, y es que sus exhibiciones, a pesar de su siempre aparente
mal estado físico, eran continuas.
En España, como país futbolero que siempre ha sido, también tenemos
nuestros casos. Me viene rápidamente a la cabeza un chaval que asombraba ya en
La Masía, y en el que Cruyff tenia puestas muchas esperanzas. Iván De la Peña
fue una de esas “eternas promesas” que se quedaron por el camino. Poseedor de
una gran visión de juego, su irregularidad y la llegada al Barça de Van Gaal
(sí, otra vez Van Gaal) precipitaron su salida a Italia, donde ni allí ni en
Francia logró adaptarse y apenas jugó. De vuelta a casa, pero esta vez en el
Espanyol, sí que pudo demostrar toda su valía. En un equipo más pequeño, donde
se sentía importante, el cántabro sí realizó buenas campañas (llegando a
debutar con la Selección), pero siempre nos quedará la duda de hasta dónde podría
haber llegado. Otro mediapunta sobrado de calidad fue Juan Carlos Valerón. Es
cierto que en el Deportivo de la Coruña estuvo muchos años y tuvo fases de gran
rendimiento, pero su exquisita técnica aspiraba a muchos más. Su aparente
pasividad sobre el campo y un físico que ciertamente no le ayudaba fueron sus
hándicaps, y nunca tuvo la oportunidad de ir a un grande. Tampoco con España llegó
a explotar, a pesar de sus 46 internacionalidades. Pero posiblemente la mayor
decepción del fútbol español, al menos de la historia reciente, se llama José
María Gutiérrez, más conocido como Guti. La zurda del de Torrejón de Ardoz era
sencillamente genial. Un mito como Zidane dijo de él que hacia cosas que nadie
en el mundo podía hacer. Sus quince años en el Bernabéu pueden hacer pensar que
triunfó, pero lo cierto es que nunca tuvo continuidad en su juego, y su enorme
calidad sólo se vio en momentos puntuales. Su poco compromiso y una forma de
vida peculiar le provocaron enfrentamientos con muchos de sus técnicos, y
evitaron que marcara una época, porque calidad tenía para ello.
La conclusión que sacamos de todo esto es que sólo con talento
no basta para triunfar de verdad. Al menos en la élite. Hacen falta muchos más
factores, como disciplina, compromiso o ambición. No hay duda de ello, aunque
yo, como romántico del fútbol que soy, siempre amaré a estos cracks y estaré
dispuesto a pagar una entrada por verles jugar.
Ayer llegó la noticia que ningún culé quería oír. Me atrevería a decir que
ningún aficionado al fútbol. Carles Puyol dejará el Barça a final de Temporada.
Tras 15 Temporadas, más de 550 partidos y 21 títulos como blaugrana, y 100
partidos, 1 Medalla Olímpica, 1 Eurocopa y 1 Mundial con la Selección Española,
su físico ha dicho basta y abandonará el fútbol de élite con 36 años. A pesar
de este impresionante palmarés, si por algo se le recordará al de La Pobla de
Segur es por el ejemplo que ha sido para el mundo del fútbol, dentro y fuera
del campo.
La historia reciente del FC Barcelona ha estado marcada por el gran fútbol
desplegado. Ese capaz de combinar, combinar y combinar hasta encontrar la portería
rival, siempre tratando bien el balón, y ese que le ha dado tantos triunfos en
estos últimos 25 años. El método que creó Cruyff, que continuó Van Gaal y
Rijkaard, y que perfeccionó Guardiola ha ido asombrando al mundo gracias a la
estética del mismo. Es una forma de entender el juego que gira en torno a la posesión
del balón, empezando incluso por los defensas, a quienes siempre se les ha
exigido que sepan salir jugando. Cualquiera que sepa un mínimo de fútbol sabrá
que precisamente Puyol no encaja en ese modelo. Es más, siempre ha sido un
jugador bastante limitado técnicamente y nunca ha destacado por su calidad.
Entonces, ¿cómo ha sido posible su éxito? Muy sencillo, porque se propuso ser
el mejor en todo lo demás. Seguramente otro con tan pocas condiciones hubiese
tirado la toalla, pero él no. Aquel chaval nacido en un pueblecito de Lérida,
en la otra punta de Cataluña, tenía claro que iba a triunfar en el club de sus
amores, costara lo que costara. Así, con el paso de los años se fue formando un
futbolista valiente, de carácter y entrega, que luchaba por cada balón y que lo
daba todo hasta el último minuto. Sabedor que por el camino de la calidad no
iba a llegar, ha logrado ser el mejor en todas esas otras cosas y eso explica su
larga trayectoria en el club, siendo su capitán durante la última década. Es un
gran mensaje el que Carles nos manda, que transciende incluso al fútbol, y que
nos señala que a base de trabajo, sacrificio y corazón se puede llegar donde
sea, por muchas cualidades que nos falten.
Pero es que su ejemplo también se ha extendido más allá del terreno de
juego. Y ese es, posiblemente, su mayor legado. El hecho de que Puyol sea
admirado por cualquier aficionado al fútbol, incluso por los madridistas, sus
eternos rivales, no es casualidad. Las frases de admiración de jugadores y
técnicos contrarios hacia su persona son innumerables. Muy pocos pueden
presumir de eso. Siempre actuando con la mayor deportividad posible, nunca se
le ha oído una mala palabra contra árbitros o rivales, y su carrera está llena
de grandes gestos. A continuación muestro sólo algunos de ellos, que nos dan
una idea del gran embajador que Carles Puyol ha sido para el fútbol, para el
deporte. Porque ojalá hubieran muchos más como él. Aunque, mucho me temo, que
su amigo Piqué tiene toda la razón: “Me
hace gracia cuando hablan de fichar al nuevo Puyol. Que sigan buscando, porque
nunca lo encontrarán”.