Se veía venir. En un país como el nuestro, tan propio de debatir sobre
cualquier cosa, por estúpida que sea, se veía venir. La meditada escenografía
de los miembros de Podemos el día de la constitución de la
Legislatura en el Congreso de los Diputados está generando un gran revuelo
mediático. Los discursos en los juramentos, la vestimenta informal, las rastas o el niño de Carolina Bescansa
están ocupando más espacio en las televisiones, radios o periódicos que el
debate de ideas y programas, en un momento tan complejo políticamente como
este. Una pena.
Es evidente que dicha puesta en escena es una estrategia perfectamente
planificada. Pablo Iglesias y los suyos, que de tontos no tienen ni un pelo,
son conscientes de que sólo con eso ya pueden seducir a determinados grupos
sociales. La idea es diferenciarse del resto, que ellos no son como los de
siempre, como “la casta”, que no visten de traje y corbata, que no se conforman
con el tradicional “sí, prometo” en el momento de acatar la Constitución. Pues
muy bien, en su derecho están. No ofenden a nadie. Y tampoco nadie debería
darle más importancia de la que tienen.
Pero si la están teniendo, en gran parte de la opinión pública, es en buena
medida por el excesivo protagonismo que desde los medios de comunicación se les
brinda. Chorradas como estas, que con dedicarles 5 minutos en las tertulias o un
párrafo en artículos de opinión sería ya más que suficiente, están centrando de
forma desmesurada el debate estos días. Pero esto no es lo más preocupante. Los
medios privados tendrán sus motivos para dedicarle tanta atención. Lo grave es algunas
de las reacciones que desde el propio Congreso se han podido escuchar. Quizás
la más sorprendente fue la respuesta de la diputada popular Celia Villalobos, poniendo
en duda la higiene de las rastas del
diputado de Podemos Alberto Rodríguez. Celia Villalobos, sí, la misma a la que “se
pilló” jugando con su móvil al Candy Crush Saga hace unos meses en una sesión
en el Hemiciclo cuando, ahí sí, se trataban temas importantes de verdad. Y
siendo la Presidenta del Congreso, nada menos. Ver para creer.
En definitiva, ojala estas anécdotas, que no son más que eso, no decidieran
ningún voto. Ni a favor ni en contra. Son el debate de ideas, las propuestas
económicas o las políticas sociales lo que debería importar y hacernos
reflexionar. Es totalmente improductivo, lo creo de verdad, el hablar tanto
sobre esto, una pérdida de tiempo. Y es que el tiempo, por desgracia,
es finito. De ahí la importancia de centrar de forma adecuada el debate. De
hecho no sé qué hago escribiendo sobre esto. Mejor me voy a ver la tele, que va
a jugar Messi. Algo mucho más productivo.