Los resultados de las elecciones autonómicas y
municipales del pasado 24 de Mayo ofrecen la conclusión que, en mayor o menor
medida, se esperaba. La casi desaparición total de las grandes mayorías, la
llegada con fuerza de los partidos emergentes y el claro retroceso del
bipartidismo PP-PSOE. La mala praxis de los dos grandes partidos durante los
últimos años ha sido castigada duramente por los ciudadanos. Apenas llegan al 52% del total de los votos. El panorama que queda es una
España más fragmentada, con diputaciones y ayuntamientos mucho más repartidos
entre todos los partidos. Será necesario pactar la mayor parte de las medidas.
Más democracia, por tanto.

Si bien es cierto que los populares han vuelto a ser
los más votados, superando por estrecho margen al PSOE, si comparamos sus
resultados con los de las anteriores municipales veremos claramente su batacazo.
El gran número de mayorías absolutas que consiguieron en aquel momento les
otorgó un poder inmenso a la hora de gobernar y aprobar medidas sin consultar
para nada con la opinión de la oposición. Una legislatura en la que han hecho y
deshecho a su antojo, reforzados además por la aplastante victoria de Rajoy en
las generales. El balance: un retroceso importante de libertades (televisión
pública, prensa o manifestaciones), escandalosos recortes en servicios sociales
(sanidad y educación sobre todo), una corrupción que no cesa y su ficticia
recuperación económica. Y digo ficticia porque esa reducción progresiva del %
de paro de la que tanto alardean se está produciendo a causa de bajos salarios,
contratos temporales y emigración de muchos jóvenes. Un país en el que los
índices de pobreza van aumentando constantemente no puede haber salido de
ninguna crisis. A esta “recuperación” se aferraron durante la campaña electoral.
No ha colado. El PP pierde todas sus mayorías absolutas, gente nueva entra en
las instituciones y llega la hora de los pactos. Un nuevo escenario que, lejos
de producir el temor de si se podrá o no gobernar así como dicen algunos, sólo
puede traer que cosas positivas. Comienza una legislatura en la que el diálogo
y los acuerdos serán los protagonistas. Si las propuestas no son sacadas
adelante no será por culpa de los gobiernos de coalición, será porque simplemente
no son lo suficientemente buenas. A ponerse todos las pilas pues. No sé si “el
cambio” del que tanto se habla ha llegado o no, el tiempo lo dirá. Lo que sí
está claro es que se tendrán en cuenta por fin todas las voces, sobre todo (y aquí está
lo más importante) la de aquellos que peor lo están pasando. Y eso siempre es
una buena noticia.