Los días van pasando y poco a poco se van asentando los pensamientos y conclusiones que a uno le han ido surgiendo durante estos últimos 15 días, en los que se definieron Copa, Liga y Champions, al menos ya para los dos grandes del fútbol español.
La Final de la Copa del Rey se planteaba para ambos como un punto de inflexión. Un Madrid golpeado por su fallida remontada frente al Arsenal, en la que creyeron más afición y medios afines que los propios jugadores y que concluyó con un humillante 5-1 global, veía el partido de Sevilla como una oportunidad única de arrebatarle al menos ese título a un Barça con mejores sensaciones en Liga y aún vivo en ese momento en Europa. Y de paso intentar que ese golpe les pasara factura de cara al final de temporada. La primera parte fue lo que se esperaba: claro dominio azulgrana y un 1-0 al descanso que parecía corto. En la segunda los de Ancelotti reaccionaron e incluso llegaron a remontar, aunque un certero Ferran Torres cazó un balón largo para llevar al partido a la prórroga. Y allí, otro protagonista inesperado, Jules Kounde, certificó con un derechazo la victoria culé, trasladando a Madrid toda la presión de cara al desenlace del único título que les quedaba, la Liga, y con un duelo clave entre ambos que se antojaba como otra final: el Clásico en Montjuic del Domingo 11 de Mayo. Por si le faltaran condimentos a un partido tan decisivo (los blancos, a 4 puntos del líder Barcelona, tenían su última oportunidad de soñar aún con el título) la previa se calentó aún más por la dolorosa eliminación de los culés de la Champions League en San Siro frente al Inter de Milan, tras otra prórroga y una "debatible" actuación del árbitro polaco Szymon Marciniak y el VAR. En otro partido de locos entre los dos grandes del fútbol español, no tanto en el juego y en ocasiones donde los de Flick fueron claramente superiores sino en cuanto a alternativas en el marcador y el 4-3 final, el Barça se volvió a llevar la victoria y con ella dos cosas: una ventaja ya casi definitiva de 7 puntos respecto al Madrid con 9 por jugarse y la sensación de justicia futbolística a ojos de cualquier buen aficionado futbolero.
Lo sorprendente por lo tanto, viendo la temporada de unos y otros, no fue que los dos Clásicos cayeran del lado culé, sino todo lo que se ha vivido en torno al tema arbitral. Yo al menos nunca vi nada igual. El Viernes 25 de abril era la previa de la Final de la Copa del Rey, y a mi me pilló de viaje en Medellín, Colombia. Esta vibrante ciudad latinoamericana fue durante décadas protagonista
tristemente en el mundo por el narcotráfico y la violencia. Eran los
tiempos de Pablo Escobar y su Cártel de Medellín, y una frase resumía su accionar contra cualquiera que se osaba a plantarles cara: plata o plomo. Tampoco el fútbol se salvó de sus tentáculos. En la ida de las semifinales de la Copa Libertadores de 1989, Danubio y Atlético Nacional habían empatado 0-0 en Montevideo, y la vuelta se jugaría en Medellín. La noche previa al partido, los tres árbitros argentinos que iban a impartir justicia recibieron una inesperada visita en su hotel. Hombres armados llegaron con un maletín y un escueto mensaje: "Escuchen bien, ahí hay 50.000 dolares para cada uno. Mañana tiene que ganar Nacional". Obviamente salvando las distancias y que se entienda la metáfora, pero el accionar del Real Madrid durante ese día previo al partido no se había visto nunca en el fútbol español, unas presiones más propias de una organización mafiosa que de un club deportivo. Durante la mañana tuvo lugar la rueda de prensa de los colegiados, en la que "osaron" mostrar su descontento (como colectivo) respecto a la animadversión que hacia ellos existe en la actualidad. Aunque no los citaron textualmente y siempre hablaron en genérico, ante las reiteradas preguntas de los periodistas sobre los videos que semana tras semana emite Real Madrid TV presionando a su árbitro de turno en la previa de cada partido, dejaron intuir claramente que prácticas como esas no ayudan a calmar la situación, sino todo lo contrario. La reacción del Madrid, no oficialmente sino con filtraciones a sus periodistas y medios títeres, fue exigir el cambio de tales colegiados por otros que estuviesen mejor preparados. Florentino Pérez ordenó cancelar la rueda de prensa previa, el entrenamiento abierto a la prensa y la cena con la Federación y el Barcelona, y a media tarde incluso se llegó a amenazar con el regreso de la expedición a Madrid y la suspensión de la final. Mientras el mundo del fútbol se mantenía atónito a semejantes presiones a horas del partido, la Federación no cedió a las mismas y mantuvo tanto a los árbitros de campo como a los del VAR designados. Y gracias a Dios, porque hubiera supuesto un peligroso precedente. Para otro artículo quedará analizar cómo tuvieron que salir al campo y a la sala VOR mentalmente esos colegiados a dirimir justicia en ese partido.
Si inaudito fue el actuar del Real Madrid en esas horas previas a la Final, no se queda atrás la reacción de gran parte de los periodistas y medios deportivos de este país. Mientras en todo el mundo se denunciaban tales prácticas, costaba encontrar entre los de aquí críticas rotundas. Y es que en pleno 2025 sigue siendo muy difícil plantarle cara al poder. Las quejas de los últimos días desde el entorno azulgrana tras las actuaciones tanto del citado Marciniak en Milán como de los españoles Hernandez Hernandez (a pie de campo) y Martinez Munuera (en el VAR) en Montjuic han servido de excusa perfecta para que eso que en su día Guardiola definiera como La Caverna equipare todo y sentencie que "¿veis como todos se quejan de los árbitros?". Una frase muy populista que muchos comprarán, pero que a poco que se analicen mínimamente ambas situaciones carece de sustento alguno. Comparar las presiones sistemáticas que cada semana se vierten desde un canal de TV oficial para presionar a tu árbitro antes de cada encuentro con quejas puntuales tras dos actuaciones más que discutibles (dejémoslo ahí) en dos partidos es poco más que ridículo. Como lo es sacar a flote permanentemente el Caso Negreira para rebatir todo, como si aquel escándalo (sin paliativos, por otra parte) impidiera a nadie ya cuestionar nada en sentido contrario. Más o menos como las 15 Champions del Madrid.
Por suerte, el Real Madrid se quedó ya sin competiciones que disputar (excepto ese invento del Mundial de Clubes que reunirá en plenas vacaciones en Estados Unidos a 32 equipos de todo el mundo) y estas prácticas ya no volverán a suceder. Al menos hasta la temporada que viene. Hoy mismo ya se despidió su entrenador más laureado de toda la historia, Carlo Ancelotti, y lo tuvo que hacer sólo en una tristísima rueda de prensa sin que el club haya anunciado nada. Pero no parece ser objeto de crítica tampoco esto para La Caverna, que ya habla de Xabi Alonso y los nuevos fichajes porque el show debe continuar. Aunque quizás sea esto lo mejor, que volvamos a hablar cuanto antes de fútbol y no de prácticas mafiosas más propias de otros tiempos.