"Las críticas no serán agradables, pero son necesarias". Winston Churchill.

domingo, 24 de abril de 2022

Blancos y negros

¿Cuántas veces hemos oído la frase "no existen los blancos y negros: sólo hay grises"? Conlleva una reflexión muy interesante: la de forzarnos a analizar todo en profundidad sin prejuicios, para al final corroborar como todo en la vida efectivamente no es 100% de un modo ni 100% del contrario, sino que cada asunto está lleno de matices. No seré yo el que discuta esto.

Sin embargo, existe también el peligro de, bajo esa premisa, blanquear todo y decir que nadie es más culpable que otro. En el debate sobre la guerra de Ucrania tenemos un buen ejemplo de ello. Para entender cómo se ha llegado hasta aquí tenemos que remontarnos hasta finales de 2013, aunque este país del este de Europa tiene su historia plagada de conflictos y lucha de etnias. El llamado Euromaidán significó una serie de manifestaciones que tuvieron lugar en Kiev cuando el gobierno prorruso de entonces suspendió in extremis la firma de los Acuerdos de Asociación y Libre Comercio con la Unión Europea. Las protestas, instigadas por partidos y grupos europeístas pero también con mucho protagonismo de formaciones de extrema derecha se extendieron por todo el país, y las tensiones entre la población partidaria de esa alianza con la UE y los que en cambio preferían un acercamiento a la Federación Rusa se dispararon. La situación se agravó especialmente en el este y el sur del país, zonas con mayoría de población rusófona, con el estallido en abril de 2014 de la Guerra del Donbáss entre las fuerzas gubernamentales ucranianas y milicias apoyadas por Rusia, un conflicto que se ha mantenido hasta hoy. También la anexión en el mes de marzo de la península de Crimea por parte de la Federación Rusa, con un referéndum sin ninguna garantía internacional, fue un elemento muy desestabilizador. Ahora, en 2022, y tras meses de denuncias por parte de Rusia hacia el gobierno de Ucrania, acusándoles de genocidio contra la población prorrusa en su territorio, el presidente Vladimir Putin decidió lanzar lo que él mismo llamó una "operación militar especial" contra sus vecinos, con las consecuencias que todos estamos viendo. Una intervención con el objetivo de "desnacificar y desmilitarizar Ucrania" según calificaron pero que en realidad va encaminada a evitar que los ucranianos sigan acercándose a la UE y la OTAN, para mantener al país dentro del área de influencia rusa como ya sucede con Bielorrusia o los estados de Asia central, con Kazajistán a la cabeza.

Hay que decir que aquí todos quieren ampliar su influencia. Y que seria de necios pensar que la OTAN o Estados Unidos son entes impolutos que siempre han actuado con justicia por el mundo. ¿O es que las intervenciones norteamericanas en Vietnam en los años sesenta y setenta del siglo pasado o en Irak y Afganistán de principios de este estaban justificadas? ¿O que los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia en la Guerra de los Balcanes fueron proporcionales y no afectaron a la población civil? Claro que no. Actuaciones todas ellas sin contar con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, por cierto. Pero si nos centramos en el conflicto en Ucrania y a una esfera mayor analizamos cómo el bando occidental trata de ampliar su área de influencia y cómo lo hace Rusia encontraremos las diferencias. Mientras unos lo hacen con acuerdos entre gobiernos, exigencias legislativas y referéndums con todas las garantías, los otros invaden un país con muerte y destrucción. Mientras Turquía y los países balcánicos llevan años tratando de entrar en la Unión Europea sin éxito hasta que no den garantías de respeto al estado de derecho y a las libertades de sus ciudadanos, Putin decide qué tiene que ser Ucrania y los ucranianos por medio de tanques, bombardeos y asesinatos. Es verdad que la OTAN y Estados Unidos han estado colmando durante años las repúblicas bálticas, Polonia o Rumania con decenas de bases militares, pero que alguien me diga cuántas muertes se han causado en el proceso. Y no seré yo quien promueva ahora su retirada viendo cómo pueden llegar a actuar los rusos.

En definitiva, el mejor camino para evaluar algo siempre será el conocimiento, analizarlo en profundidad y sin prejuicios, tratando de entender porqué cada parte actúa de esa manera y cómo lo hace, y es ahí cuando llegaremos a la conclusión de que nadie tiene 100% la razón absoluta... pero tampoco los dos el 50% exacto. Ese gris siempre tirará más para un lado o para el otro, sobre todo si se llevan a cabo acciones más propias de otros tiempos, cuando todo era en blanco y negro.

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